domingo, 7 de junio de 2009

A LOS 21 EN PARACAS

Estás tranquilo, calmado, como el mar que nos miraba acostados sobre su arena. Me doy por persuadida a cada segundo frente a ti, y me rindo frente al mar que conquista y me acoge rodeada con tus brazos.

No es la edad como rótulo, es el tiempo que vimos pasar de repente, sin planificar, sin conspirar, sin presagiar a los 21, y ya es mucho en tan poco.

Las calles son tan cortas y tranquilas, como los días que caminé de tu mano. Las mañanas frías y pesadas, como antes de descubrir lo que ignoraba saber. La noche, ella que nos enseñó a convivir por algunas horas, sigue siendo hermosa y callada por ahora.

Paracas y sus atractivos no llamaron nuestra atención. Es bonito el lugar, pero elegí morir una vez más con los labios sobre tu mejilla. Caerme suavemente a tu lado mientras duermes y dormir también, descansar pegada a tu rostro y asfixiarme con tu piel.
Esas noches se consumían, los cigarrillos también. Las palabras sobraban, el frío atacaba, Los Frayles, nuestro mejor refugio…

Paracas era un universo, nuestro universo que alejó todo y a todos mientras el viento soplaba a favor del quién sabe, mientras creímos en un futuro con ambiciones.
Mis ojos son tan tuyos después de todo… pero ahí estás, ahí vas, con los ojos tiernos, con la mirada sobre mi y a veces no.

Es hora de marcharse el desayuno nunca llegó, el placentero descanso pudo más que el hambre. Es hora de terminar con la historia fuera de Lima "la estresante” que nos hizo huir al sur y perdernos al llegar. Es hora de irnos. Toma tus cosas que no se te olvide nada, toma mi mano que no se te ocurra soltarla, Flores nos espera con su asiento trasero y Lima con su neblina.

Ya es tarde… adiós Paracas, fue un gusto conocerlos.

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