jueves, 31 de diciembre de 2009

SIN PODER VOLAR


Se me rompieron las alas

O simplemente olvidé cómo volar,

Cómo decirte que no te vayas

Quiero que sepas que me gustó jugar.

Dejé atrás mis pasos marcados de orgullo

Las noches sin sueño me la impuso tu voz

La cual de madrugada es siempre la de arrullo

Colgar el auricular es seguir pensando a dónde voy.


Y no lo sabes y, no lo digo...


No te culpo de mi incapacidad de elevarme hasta la luna,

Mis alas se cansaron de esperarte

Algo me dijo que tus razones no son sólo una.

Y morí una vez más por abrazarte.

Me duele, mis alas ya no me llevan hasta ti

Camino, el mejor camino es ese que no tiene fin

Y a diferencia de Benedetti, yo pediré que a mi ventana, sigan tirando piedritas.

domingo, 27 de diciembre de 2009

CONFESIONES 2009





Ya sólo quedan algunos días para decir adiós a un año que me trajo -como a todos - cosas buenas y malas. El octavo y noveno ciclo en la universidad no fueron los mejores, pero sí los más entretenidos. Mi días personales tuvieron ese mismo trascender, al final de estos doce meses, no la pasé tan mal…

Las noches de los viernes, diez con cero minutos. La última clase con Víctor Campos, yo como su delegada. El cansancio de todos aquellos que trabajábamos por las mañanas (que era la mejor excusa para no hacer los trabajos y faltar a clases). Pero lo que si era cierto –y creo que lo único- fue ese cansancio llamado estrés que la mayoría experimentó…

Necesitábamos distraernos, y con urgencia, relajarnos (descubrimos que nuestra carrera tampoco es tan sencilla), que requiere de mucho esfuerzo físico como mental y de más… Alegrarnos un poco fue una buena opción. El loco Aris propuso “El Mirador” (un bar en el centro de Lima), todos aceptamos y listo. Se convirtió en nuestro punto de todos los viernes al terminar el curso de Especializado con Campos.

El Mirador me enseñó –sin querer- cómo es que se escribe y describe la “ilusión a primera vista”. Este año que se nos va, me mostró ese bar ubicado en la plaza San Martín (séptimo piso, para los que quieren ir, y si van, avísenme). El lugar me produjo una adicción por la música ochentera, por el ambiente y por aquel muchacho con la mejor sonrisa que conocí al interior de ese lugar/ ese viernes/ esa noche. Amanecía y convencía a mis compañeros que se quedaran conmigo (gracias muchachos).


La camioneta de Pocho y el carro de Fercho fueron nuestras mejores unidades móviles para llegar al bar, sin pasaje a cambio claro está… Pocho, que nunca aparecía en el grupo (y así dice que me quiere, bueno lo decía), se adaptaba al ambiente rockero, aunque él más parezca hippie. Fercho, por otro lado, que sí es sesentero, setentero y de más, bailaba pensando que era electrónica. Cada uno con su estilo, con sus propios pasos de baile y por supuesto, todos y sin excepción alguna, con sus cervezas (¿verdad Alonso?).



Las chicas cumbiamberas (Nany y Jaquie)
casi nunca llegaron al Mirador con nosotros. Y la única vez que convencimos a Nany de que nos acompañase, se quedó dormida…

Fueron incontables las veces que acudimos al mismo lugar y sin hartarnos (y eso que suelo “hartarme” muy rápido ¿si o no Robay?) pero debo confesar que una de mis principales razones de desvelo en ese bar, era el muchacho estudiante de derecho que se atrevió a invitarme a bailar después de habernos mirado por más de una hora sin decir algo. Fueron las canciones más cortas de mi vida que bailé con él. Bailamos como seis canciones empalmadas (en realidad sólo nos movíamos lentamente para poder conversar). Nunca olvidaré los pasos que me enseñó. Bonita historia. Un gusto J.E.

Mientras tanto, Sadith y yo comprábamos nuestras propias cervezas y tomábamos solas (como en todas las reuniones) y no por egoístas o con el fin de emborracharnos (¡créanme!), simplemente no aguantábamos esperar a que los chicos nos sirvieran cuando se acordaban de nosotras, la niña y yo teníamos sed constantemente porque bailábamos mucho y como chicas independientes que somos (como diría Pocho: “Laaaaa miiieeeerrrrrrrrrrrr”), decidíamos comprarlas sólo para nosotras dos y compartirlo (a veces nada más) con algunas chicas, llámense: Fiorella, Jaquie, María y Chabelita…

Recuerdo que en ese tiempo de inolvidables viernes de bar, hacía mis prácticas en Radio Unión Esta casa que me recibió como practicante durante ocho meses dejó que sus integrantes soltaran su empatía conmigo. Las reuniones en ese medio las disfrutaba bastante, los locutores, los operadores de AM y FM juntos. El área de administración, junto a la gente de limpieza, todos unidos (en vano no se llamaba Radio Unión ¿no?), eso me agradaba. Mi trabajo no era complicado, pero sí fue –hasta el momento- el más sacrificado.

Yo narraba las noticias desde las seis y media de la mañana hasta las ocho –cómo me gustaba hacerlo-. Llegar de la universidad a casa a las once y media de la noche, todos los días. A veces hasta más de la media noche (pero eso era por culpa de David) el punto es que terminaba más que cansada...

Lo cierto también es que dormía muy poco. Despertaba a las cuatro con treinta minutos de la madrugada, en plena oscuridad, de lunes a viernes. Tomaba mi couster a las cinco de la mañana para llegar exactamente a las seis a Miraflores (ahí está la radio). ¿Por qué tan temprano? Pues por el simple hecho de que salíamos al aire a las seis con treinta.

Yo era la más pequeña de la empresa (en tamaño y edad). Radio Unión, fue una buena experiencia, siento no comunicarme con ellos, porque también debo decir que soy de las personas que no toman la iniciativa (sólo para algunos casos). La palabra precisa es “ingrata”, sí, eso soy. Además debo confesar que la frase “Lo siento”, ha sido la que más utilicé este año, aunque Luis (que tiene mi apellido) diga lo contrario.


Sí, es que siento haberme alejado un poco de Nany (sobre todo en octavo), siento mucho haber desperdiciado mi tiempo en cosas que no puedo mencionarlas por respeto a los seres humanos como él. Siento haber dejado de ir al Mirador. Siento haber dejado de intercambiar mensajes de texto con el muchacho que conocí en el Mirador. Siento muchísimo de alguna manera haber perjudicado una larga relación (aún busco culpables). Siento que haya muerto Benedetti. Siento demasiado que mi hermana se haya enamorado y quiera alejarse de la familia para hacer la suya. Siento no haber leído por completo Todas las Sangres (aún tengo tu libro Valero). Siento no haber regalado un show este año para niños que lo merecen. Siento la muerte de Andrade Carmona y lo siento más por su reemplazo. Siento haber estado tan estresada, pedirle masajes y haberlo besado tantas veces (no, eso no es cierto) y tal vez siento haber titulado “sin nombre, compañero”.

Claro, no me arrepiento de lo sucedido, las cosas pasan por “algo”, lo malo es que no sé porqué y no encuentro mejor forma de definirlo…

Confieso que nunca fui infiel a mi pareja, tal vez ellos lo fueron conmigo, la verdad no lo sé y eso no interesa ahora. Así mismo, debo declarar que sí contribuí siendo parte de una infidelidad. Son cosas que suceden a esta edad (digo ¿no?).

Dos mil nueve ó 2009, bueno, de todas formas igual se va. “Marca Registrada” fue un programa de corta duración en algún canal de señal abierta en el cual participé. No puedo negar que en ese breve tiempo aprendí cómo es que se trabaja en televisión –o al menos - tengo una noción algo más clara de lo que se hace, cómo se hace y de lo que no se hace.

Me gustó reportear (esa era mi chamba), me gustó estar en las calles, conversar con gente que no conocía y, debo confesar que también me gustaba la persona que hacía de camarógrafo, pero que en realidad era el editor. Una de mis tantas comisiones fue viajar a Cajamarca, mi estancia en ese lugar fue más corta que el mismo programa. El trayecto (ida y vuelta) fueron de treinta y tres horas aproximadamente y mi permanencia en esa región carnavalesca sólo duró seis horas. Osquitar, quien fue el que me hizo cámara –en esa oportunidad- estuvo molesto al regreso, pero no por eso dejó de hablarme durante el camino y nunca me dejó leer.

Los reportajes me entretenían, claro, por distintas razones: aprendía más, escribía más, pensaba más, veía más al muchacho de piel blanca cada vez con más frecuencia, lo veía al editar, al locutar, lo veía en mis sueños y hasta simplemente cuando cerraba los ojos.

Debo confesar que no lo confesaré todo, lo siento (la más utilizada), pero es la verdad a medias, que de ese modo quizá deje de ser verdad… y la verdad es que no me atrevo a contar los detalles de este año al que decimos adiós y, es que como ser humano, he cometido muchos errores, de los cuales no me arrepiento, claro está. Temo herir a terceras personas que no tienen nada que ver en mi vida. Tengo que decir que no lo diré todo por el simple hecho de que aún no se me hace fácil reconocer esos errores o simples metidas de pata, pero también debo admitir que me gustó cometerlos…

Hay cosas que se me escapan, soy despistada, más de lo que parece y Luis ya se dio cuenta. Hay mucho que escribir, mucho que contar, mucho por describir acerca de lo que siento (eso es bastante y no me alcanzan las palabras) y así lo hago o, así trato… Y si sigo escribiendo es porque se volvió mi adicción, como el Vick Vaporub.

Vick (Víctor Villacorta) dice que le gusta leerme y me anima a garrapatear sobre hojas en cualquier momento –gracias- te regalaré un cigarrillo y un halls negro por eso (asumo que aún fumas por cajetillas). Lo extraño es que él escribe mucho mejor que yo.

Este año se termina con la fiesta de fin de ciclo en casa de Silvia, los chicos, las chicas, todo

noveno (casi todos), el penúltimo ciclo en la universidad, la tristeza se hace presente con sus bailes y diálogos. Se brinda pensando en decir hasta luego o nos vemos y la verdad es que se toma simplemente porque sí (pregúntenle a Dieguito). Ya extraño: sus payasadas (de Damiano), los piropos mejores elaborados por mi Cris Cris, el “ta´su mare weon” de Julito, el “habla bieeen” a quien le caiga de mi Abe y no quiero ser pesimista en mi texto pero no podemos olvidar a Gordito y sus negativas, pero que al final de eso, se le quiere. Fernando y yo hemos previsto la despedida, no a detalles, sólo predecimos la tristeza de cada uno de nosotros, pero sabemos que todo lo que viene también se va. Compañeros, amigos, estamos apunto de decirnos “hasta luego” y “nos encontramos en algún medio”.

Andrés no es un compañero de clases, pero podría decir que es un compañero en el blog. No recuerdo exactamente cómo es que tomé contacto con él (sólo sé que fue a través de nuestros escritos), aún no lo conozco personalmente, sin embargo, puedo asegurar que le gusta tanto el invierno como a mi, sobre todo cuando hay neblina, que detesta caminar bajo el sol, sabe llorar, que adora los días y sobre todo las noches frías. Las estrellas y la luna le provocan esa sensación que no puedo explicar pero sí sentirla. Debo agradecerte Andrés, por los detalles, por las comas, los puntos seguidos, por los suspensivos, por tus escritos y por tus mails con harta inspiración.

Debo confesar que nunca me dijeron “te amo”, yo tampoco lo hice. Lo oigo a cada momento, lo mencionan a cada instante, casi casi como decir “buenos días”. Un te amo va más allá de la vida que conocemos, más allá de la piel y del ser en posesión. Un te amo está lejos de la realidad. Un te amo es la frase que desconozco y que tal vez logre aprenderla. Qué tengo ¿ansias? Sí. Que tengo ¿miedo? Bastante. Que me derrito ¿si me besas? te lo confesé una noche. Que ¿me siento sola? Sí. Que me gusta ¿estar sola? lo dudo ante tus ojos. La soledad, yo no preciso, no te preciso…

Sólo faltan pocos días. Este es un año más o un año menos que afrontar. Ten piedad de mi 2010 y bienvenido seas…

jueves, 24 de diciembre de 2009

NAVIDAD


Me molesta y sobre todo me entristece que un día como hoy, la gente quiera ser “buena”. Dicen que un día cómo hoy nació Jesús, yo no lo sé, sin embargo, no comprendo porqué el actuar de la mejor manera por parte de los demás y sólo por hoy. La media noche, los cohetes, los abrazos, los besos, el Feliz Navidad, las luces, el olor de la pólvora se asocian con la buena voluntad hombre.

Me jode que sea así. Cómo saber que Jesús nació un día como hoy. Por qué realizar actos de buena fe sólo cada 24 de diciembre. Por qué se perdona una fecha como esta, por qué uno se saluda de lo más cordial si hace dos semanas se estuvo hablando muy mal de aquella persona, por qué se le brinda asientos a las personas de edad hoy en los micros, por qué las familias se juntan a cenar y mañana de desunen otra vez.

Navidad, ojalá pudiésemos entender el significado que se pregona por todos lados. La unión, el amor, el afecto, el perdón, tal vez, al final todo sea comercialización. Navidad, no sé porqué tuvo que existir esa palabra para sentir (o fingir) la ternura del día. Cada 24, la gente se vuelve gente, como me irrita su hipocresía.

Ojalá pudiésemos compartirlo todo; no sólo un panteón con chocolate. Que la navidad no resuma nuestros sentimientos, ojalá pudiésemos inventar una navidad todos los días, a ver si de esa manera se entiende el concepto de convivir en armonía.

sábado, 12 de diciembre de 2009

MIRADAS


Maquilladas van algunas, sigilosas no lo sé y otras desviadas al vacío del sin fin…

Vagas como siempre, entrecruzadas por el simple transitar. Miradas que se cruzan para tener rumbo ajeno y dejar las preguntas flotar. Tan sin límite van, vagabundas y sin temor al pasar, sin ánimos o con ellos de conseguir alguna identidad.

Una sonrisa me basta, y soy feliz…

Sólo quiero transcribir el coqueteo inocente o inconsciente del tránsito visual ante mis ojos perturbados. Los ojos te tocan, las miradas te saben llamar. Puedes jugar, está permitido. No hay ley que quiera abolir la distracción de segundos y parpadeos eternos. Puedes hacerlo una vez más, sin temor a ruborizar, que caigan tus palabras a través de eso que sabes hacer mejor; decir mucho sin hablar con mirar…

Ahí, van, afligidas, sin ansias de conocer el día actual. Atentas y curiosas también, hasta ser acosadoras. Miradas efímeras. Se acaba el día y sé mucho de todos, miradas que se esfuman como el día, y se pasan las horas sobre mis ojos. Ojos que van a la deriva, desconocen el andar de sus propios pasos, tu mirada también va perdida, ahí va, que se cruza con la mía, tendiendo a la distracción.

Ahí están, cansadas, medio vivas y hasta incompletas. Las veo de reojo, concentradas apuntando a su blanco de prioridad. Se muestran constantes, arruinadas por la rutina de paisajes memorizados, hasta cerrarse en ellas. Hasta perderse del día místico, de conversaciones insolentes, coquetas y también vacías.

Miradas que ensayan insinuaciones, excusas y protestas de los ojos ajenos, a los ojos prohibidos, a veces cautivos. Los inciertos pasos que cruzan fugazmente la ventana, en la cual me refuhgio, han desfilado para mi de para en par. Te capturan por instantes, con expresiones añadidas. Han modelado con sus diversos colores y formas envolviendo el enigma de su trascender fortuito.

El viaje cansa, el paseo de miradas jamás. No volveré a jugar con palabras, ni correré a tu llamado. Esperaré una mirada con cariño y con ansias de mirar más allá.

Eso es asaltar la intimidad, pienso en silencio, sin que te lo digan mis ojos. Plasmarse y sabotear parte del día ajeno desde otro ángulo. Lo acepto. Lo hago. Eso es apreciar desde afuera, conocer la mitad de lo desconocido, encontrarle lo agradable al día hecho hombre… y pregunto ¿quién me mira?

miércoles, 9 de diciembre de 2009

ENVIDIA




No puedo contraminar tu aire, no temas, que no pretendo ahogarte en ese humo que alguna vez te inmiscuí. Lo sé, no es tu favorito como el mío, lo sé. Y sí, aún fumo, menos que antes pero ahora tú respiras mejor que yo…

Mientras tú compones frases y melodías que emanan de tus dedos, yo le bailo a la nada con lágrimas por todo el cuerpo sin saber a dónde ir. Y le envidio a tus días y al modo de llevarlos…

Es bueno saber que tengo la vida como excusa para llorar. Es bueno saber que estás bien y ella te quiere. Es bueno saber que ya no soy motivo de tristezas ni de recuerdos melancólicos. Es bueno saber que la guitarra sigue siendo tu adicción…

Tú sigues cantándole a la vida. Yo sigo sin saber de la vida como lo sabes tú, o de esas cosas que me enseñaste tiempo atrás que –la verdad- no quise aprender.

Envidio esa tus lágrimas que ahora son una suerte de besos correspondidos. También envidio la suerte que te lleva a caminar de la mano con el amor. A lo lejos veo que eres el mismo, tan simple como el viento. Que envidia dejar de lado los prejuicios para seguir siendo tú. Que envidia tener “ese” poster de The Beatles y ser fanático de Charles Ch.

martes, 1 de diciembre de 2009

¿PARA QUÉ?


Para qué tomar mi mano. Por qué juntar tu tacto con el mío, si no sabes que por las noches escribo pensando en ti. Es como caminar enlazando los dedos con tu mirada perdida y la mía muy aparte…

Para qué besar tus labios. Para qué tomar contacto dulce y cambiar de lugar mientras cierro los ojos, si ni siquiera sabes que lloro al oír a Benedetti. Es como volar muy alto sin mirar y, caer desprotegida sin tus brazos a mi alrededor.

Para qué mirarte a los ojos. Para qué perderme en tu noche visual, ¿sabes acaso que el color que prefiero lo tienen tus ojos?

Para qué acariciarme y juguetear en mi rostro. Para qué estremecerme con tus suaves y efímeros movimientos, si aún desconoces que el sol no puede tocarme como lo haces tú. Ahora dime si sabes lo que quiero y, para qué.