domingo, 27 de diciembre de 2009

CONFESIONES 2009





Ya sólo quedan algunos días para decir adiós a un año que me trajo -como a todos - cosas buenas y malas. El octavo y noveno ciclo en la universidad no fueron los mejores, pero sí los más entretenidos. Mi días personales tuvieron ese mismo trascender, al final de estos doce meses, no la pasé tan mal…

Las noches de los viernes, diez con cero minutos. La última clase con Víctor Campos, yo como su delegada. El cansancio de todos aquellos que trabajábamos por las mañanas (que era la mejor excusa para no hacer los trabajos y faltar a clases). Pero lo que si era cierto –y creo que lo único- fue ese cansancio llamado estrés que la mayoría experimentó…

Necesitábamos distraernos, y con urgencia, relajarnos (descubrimos que nuestra carrera tampoco es tan sencilla), que requiere de mucho esfuerzo físico como mental y de más… Alegrarnos un poco fue una buena opción. El loco Aris propuso “El Mirador” (un bar en el centro de Lima), todos aceptamos y listo. Se convirtió en nuestro punto de todos los viernes al terminar el curso de Especializado con Campos.

El Mirador me enseñó –sin querer- cómo es que se escribe y describe la “ilusión a primera vista”. Este año que se nos va, me mostró ese bar ubicado en la plaza San Martín (séptimo piso, para los que quieren ir, y si van, avísenme). El lugar me produjo una adicción por la música ochentera, por el ambiente y por aquel muchacho con la mejor sonrisa que conocí al interior de ese lugar/ ese viernes/ esa noche. Amanecía y convencía a mis compañeros que se quedaran conmigo (gracias muchachos).


La camioneta de Pocho y el carro de Fercho fueron nuestras mejores unidades móviles para llegar al bar, sin pasaje a cambio claro está… Pocho, que nunca aparecía en el grupo (y así dice que me quiere, bueno lo decía), se adaptaba al ambiente rockero, aunque él más parezca hippie. Fercho, por otro lado, que sí es sesentero, setentero y de más, bailaba pensando que era electrónica. Cada uno con su estilo, con sus propios pasos de baile y por supuesto, todos y sin excepción alguna, con sus cervezas (¿verdad Alonso?).



Las chicas cumbiamberas (Nany y Jaquie)
casi nunca llegaron al Mirador con nosotros. Y la única vez que convencimos a Nany de que nos acompañase, se quedó dormida…

Fueron incontables las veces que acudimos al mismo lugar y sin hartarnos (y eso que suelo “hartarme” muy rápido ¿si o no Robay?) pero debo confesar que una de mis principales razones de desvelo en ese bar, era el muchacho estudiante de derecho que se atrevió a invitarme a bailar después de habernos mirado por más de una hora sin decir algo. Fueron las canciones más cortas de mi vida que bailé con él. Bailamos como seis canciones empalmadas (en realidad sólo nos movíamos lentamente para poder conversar). Nunca olvidaré los pasos que me enseñó. Bonita historia. Un gusto J.E.

Mientras tanto, Sadith y yo comprábamos nuestras propias cervezas y tomábamos solas (como en todas las reuniones) y no por egoístas o con el fin de emborracharnos (¡créanme!), simplemente no aguantábamos esperar a que los chicos nos sirvieran cuando se acordaban de nosotras, la niña y yo teníamos sed constantemente porque bailábamos mucho y como chicas independientes que somos (como diría Pocho: “Laaaaa miiieeeerrrrrrrrrrrr”), decidíamos comprarlas sólo para nosotras dos y compartirlo (a veces nada más) con algunas chicas, llámense: Fiorella, Jaquie, María y Chabelita…

Recuerdo que en ese tiempo de inolvidables viernes de bar, hacía mis prácticas en Radio Unión Esta casa que me recibió como practicante durante ocho meses dejó que sus integrantes soltaran su empatía conmigo. Las reuniones en ese medio las disfrutaba bastante, los locutores, los operadores de AM y FM juntos. El área de administración, junto a la gente de limpieza, todos unidos (en vano no se llamaba Radio Unión ¿no?), eso me agradaba. Mi trabajo no era complicado, pero sí fue –hasta el momento- el más sacrificado.

Yo narraba las noticias desde las seis y media de la mañana hasta las ocho –cómo me gustaba hacerlo-. Llegar de la universidad a casa a las once y media de la noche, todos los días. A veces hasta más de la media noche (pero eso era por culpa de David) el punto es que terminaba más que cansada...

Lo cierto también es que dormía muy poco. Despertaba a las cuatro con treinta minutos de la madrugada, en plena oscuridad, de lunes a viernes. Tomaba mi couster a las cinco de la mañana para llegar exactamente a las seis a Miraflores (ahí está la radio). ¿Por qué tan temprano? Pues por el simple hecho de que salíamos al aire a las seis con treinta.

Yo era la más pequeña de la empresa (en tamaño y edad). Radio Unión, fue una buena experiencia, siento no comunicarme con ellos, porque también debo decir que soy de las personas que no toman la iniciativa (sólo para algunos casos). La palabra precisa es “ingrata”, sí, eso soy. Además debo confesar que la frase “Lo siento”, ha sido la que más utilicé este año, aunque Luis (que tiene mi apellido) diga lo contrario.


Sí, es que siento haberme alejado un poco de Nany (sobre todo en octavo), siento mucho haber desperdiciado mi tiempo en cosas que no puedo mencionarlas por respeto a los seres humanos como él. Siento haber dejado de ir al Mirador. Siento haber dejado de intercambiar mensajes de texto con el muchacho que conocí en el Mirador. Siento muchísimo de alguna manera haber perjudicado una larga relación (aún busco culpables). Siento que haya muerto Benedetti. Siento demasiado que mi hermana se haya enamorado y quiera alejarse de la familia para hacer la suya. Siento no haber leído por completo Todas las Sangres (aún tengo tu libro Valero). Siento no haber regalado un show este año para niños que lo merecen. Siento la muerte de Andrade Carmona y lo siento más por su reemplazo. Siento haber estado tan estresada, pedirle masajes y haberlo besado tantas veces (no, eso no es cierto) y tal vez siento haber titulado “sin nombre, compañero”.

Claro, no me arrepiento de lo sucedido, las cosas pasan por “algo”, lo malo es que no sé porqué y no encuentro mejor forma de definirlo…

Confieso que nunca fui infiel a mi pareja, tal vez ellos lo fueron conmigo, la verdad no lo sé y eso no interesa ahora. Así mismo, debo declarar que sí contribuí siendo parte de una infidelidad. Son cosas que suceden a esta edad (digo ¿no?).

Dos mil nueve ó 2009, bueno, de todas formas igual se va. “Marca Registrada” fue un programa de corta duración en algún canal de señal abierta en el cual participé. No puedo negar que en ese breve tiempo aprendí cómo es que se trabaja en televisión –o al menos - tengo una noción algo más clara de lo que se hace, cómo se hace y de lo que no se hace.

Me gustó reportear (esa era mi chamba), me gustó estar en las calles, conversar con gente que no conocía y, debo confesar que también me gustaba la persona que hacía de camarógrafo, pero que en realidad era el editor. Una de mis tantas comisiones fue viajar a Cajamarca, mi estancia en ese lugar fue más corta que el mismo programa. El trayecto (ida y vuelta) fueron de treinta y tres horas aproximadamente y mi permanencia en esa región carnavalesca sólo duró seis horas. Osquitar, quien fue el que me hizo cámara –en esa oportunidad- estuvo molesto al regreso, pero no por eso dejó de hablarme durante el camino y nunca me dejó leer.

Los reportajes me entretenían, claro, por distintas razones: aprendía más, escribía más, pensaba más, veía más al muchacho de piel blanca cada vez con más frecuencia, lo veía al editar, al locutar, lo veía en mis sueños y hasta simplemente cuando cerraba los ojos.

Debo confesar que no lo confesaré todo, lo siento (la más utilizada), pero es la verdad a medias, que de ese modo quizá deje de ser verdad… y la verdad es que no me atrevo a contar los detalles de este año al que decimos adiós y, es que como ser humano, he cometido muchos errores, de los cuales no me arrepiento, claro está. Temo herir a terceras personas que no tienen nada que ver en mi vida. Tengo que decir que no lo diré todo por el simple hecho de que aún no se me hace fácil reconocer esos errores o simples metidas de pata, pero también debo admitir que me gustó cometerlos…

Hay cosas que se me escapan, soy despistada, más de lo que parece y Luis ya se dio cuenta. Hay mucho que escribir, mucho que contar, mucho por describir acerca de lo que siento (eso es bastante y no me alcanzan las palabras) y así lo hago o, así trato… Y si sigo escribiendo es porque se volvió mi adicción, como el Vick Vaporub.

Vick (Víctor Villacorta) dice que le gusta leerme y me anima a garrapatear sobre hojas en cualquier momento –gracias- te regalaré un cigarrillo y un halls negro por eso (asumo que aún fumas por cajetillas). Lo extraño es que él escribe mucho mejor que yo.

Este año se termina con la fiesta de fin de ciclo en casa de Silvia, los chicos, las chicas, todo

noveno (casi todos), el penúltimo ciclo en la universidad, la tristeza se hace presente con sus bailes y diálogos. Se brinda pensando en decir hasta luego o nos vemos y la verdad es que se toma simplemente porque sí (pregúntenle a Dieguito). Ya extraño: sus payasadas (de Damiano), los piropos mejores elaborados por mi Cris Cris, el “ta´su mare weon” de Julito, el “habla bieeen” a quien le caiga de mi Abe y no quiero ser pesimista en mi texto pero no podemos olvidar a Gordito y sus negativas, pero que al final de eso, se le quiere. Fernando y yo hemos previsto la despedida, no a detalles, sólo predecimos la tristeza de cada uno de nosotros, pero sabemos que todo lo que viene también se va. Compañeros, amigos, estamos apunto de decirnos “hasta luego” y “nos encontramos en algún medio”.

Andrés no es un compañero de clases, pero podría decir que es un compañero en el blog. No recuerdo exactamente cómo es que tomé contacto con él (sólo sé que fue a través de nuestros escritos), aún no lo conozco personalmente, sin embargo, puedo asegurar que le gusta tanto el invierno como a mi, sobre todo cuando hay neblina, que detesta caminar bajo el sol, sabe llorar, que adora los días y sobre todo las noches frías. Las estrellas y la luna le provocan esa sensación que no puedo explicar pero sí sentirla. Debo agradecerte Andrés, por los detalles, por las comas, los puntos seguidos, por los suspensivos, por tus escritos y por tus mails con harta inspiración.

Debo confesar que nunca me dijeron “te amo”, yo tampoco lo hice. Lo oigo a cada momento, lo mencionan a cada instante, casi casi como decir “buenos días”. Un te amo va más allá de la vida que conocemos, más allá de la piel y del ser en posesión. Un te amo está lejos de la realidad. Un te amo es la frase que desconozco y que tal vez logre aprenderla. Qué tengo ¿ansias? Sí. Que tengo ¿miedo? Bastante. Que me derrito ¿si me besas? te lo confesé una noche. Que ¿me siento sola? Sí. Que me gusta ¿estar sola? lo dudo ante tus ojos. La soledad, yo no preciso, no te preciso…

Sólo faltan pocos días. Este es un año más o un año menos que afrontar. Ten piedad de mi 2010 y bienvenido seas…

1 comentario:

andrés dijo...

He leido con calma este post, lo he leido intentado construir imagenes (desde luego ayudado por tus fotos y la felicidad que tienes en ellas). Entiendo mucho de lo que dices, pienso casi igual que tú en los errores y en contar las cosas sin contarlo completamente, hay muchas cosas en esas lineas que me sucedieron también en ese año, quizas por eso y porque te gusta el invierno puedo decir que te conosco sin conocerte.

Me emocioné al leer i nombre ahi, a que me menciones y saber que piensas de mí exactamente lo mismo que yo de ti.

Eres mi amiga de letras, mi compañera invernal, la señorita que sabe que las cosas pasan por algo y ese algo tiene una lección

Deseo que el proximo año sea un año con más felicidad y desde luego con algunas tristezas, porque de esas tristezas sabemos ser para adelante...

Muchos abrazos que caen como la nieve que nunca cae en Lima y que aun asi se extraña (medio raro no?)

Podria decirte mas cosas pero sé que cubriria este espacio y llegaria al tamaño de tu blog

Cuidate mucho!!!


andrés