jueves, 26 de junio de 2008

DIME, CUÉNTAME, EXPLíCAME

Háblame de ese idioma extranjero que me permite estar a tu lado. Enséñame con tus intensos ojos negros que el pasar de las horas existen cuando estoy contigo. Explícame que los términos correctos y la pronunciación exacta se deben a tus finos desenlaces por segundos. Explícame cómo es que son eternos tus ojos cuando penetran los míos.

Escríbeme en idioma desconocido, hablemos del sentir de los minutos dentro de tus ojos, dentro de los míos. Ignora a ese que trata de aplicar su ley y desconcentrarnos del tema, ignora al que viene a dejarnos nada como conclusión, ese que vine y nos calla en pleno aprendizaje de miradas tiernas y de rostro ruborizado…

También enséñame a no ruborizar ante tu boca con olor a menta. Que no se te olvide enseñarme la manera de no debilitarme ante tus ojos que se agrandan cuando sienten dudas.
Ayúdame a no dejar de hablarte mientras me miras esperando que empiece con el ejemplo, permíteme sonreírte con cara de complicidad implícita.
Mírame mientras sea invierno, mírame más hasta atravesar tus lentes y llegar hasta esos tus ojos que dicen mucho con otro idioma que no explicas. Mírame cada día un poco más, hasta asimilar que ya no ocuparás el lado derecho de la mala clase. Mírame más, no dejes de hacerlo que me proyecto lejos y me gusta soñar despierta.

Cuéntame si vives en el mundo de invierno entre alcohol y humo de cigarrillos, dime si conoces la magia del momento que se llama soledad. Cuéntame si te gusta tanto la menta que llega a mi pasada las 2 y 30. Y dime si los versos de tus ojos son ciertos. Confiésate ante mi sonrisa nerviosa y mis perdidos ojos, confiésame que guardas un pequeño secreto inconcluso en el libro rojo y señálame la dirección incierta de tus pasos casi extraviados.

Camina un poco más conmigo, acompáñame a seguir pensándote en vivo y a no tener que llevarte encima de mis problemas, mientras recorro ese camino hastiado de mis pasos. Esas nueve cuadras reclaman los tuyos y no sé que excusa poner en cada pisada con tu ausencia.
Háblame más, que disfruto del compás de tus labios y tus ojos que se entre cierran con tu olor a menta que parece tan mío.

Háblame así tan paciente y sin subir la voz, para que no nos interrumpan, háblame y mírame que me quiero escapar del cansado día vivido, sigue mirándome hasta ya no encontrarme como unidad. Voy a desdoblarme para que te lleves la mitad completa de mi ser. Perderé el pudor y el rubor que nunca uso, te miraré y hablaré sin dudar de mis palabras originales. Me iré y viviré en tus ojos.