lunes, 7 de febrero de 2011

EN SILENCIO

Desprovista de palabras voy a tu lado. El auto sigue su curso filtrando el viento por las ventanas despeinándome por completo, pero ninguno de los dos se inmuta por ello y seguimos inmóviles en los asientos traseros sin decir algo.

Tu autocensura al hablar ha creado un momento complicado. Mi gesto neutro solo empeora las cosas. No me miras, yo tampoco…

La comunicación es nula ahora. Tu silencio y el mío son uno solo envuelto de amarguras y resentimientos. Es verano. El sol no perdona ni yo a él, pero pega con fuerza. El camino es más largo aún, y no dices nada, yo tampoco…

La autopista es interminable. Parecemos dos desconocidos viajando por algún lugar que nunca vimos, sin intención de conocernos. Mis ojos están nadando en el mar oculto por inmesas lunas oscuras. Tú tampoco me miras…

Allí vamos. He muerto tantas veces por contar los poros de tu piel y ahora que tu brazo rosa con el mío, estás callado, sereno y sé que molesto. Pero no me lo dices y yo tampoco…

El escenario no cambia. Tu mirada va en dirección opuesta a la mía, mis ojos húmedos acarician calles a través de las ventanas, sin mirarte. Tú mirada también parece improvisada y mueves una pierna al compás de una canción que no me interesa. No nos miramos.

En silencio. En silencio he creado tantas noches tu espectro para no extrañarte en demasía. Y ahora que estás aquí, el silencio nos atrapa entre sus brazos confusos llenos de fuego.
Un reloj marca las dos de la tarde, es el fin del trayecto. Te vas, me voy y no decimos nada.