lunes, 29 de junio de 2009

EL CONTADOR DE ESTRELLAS

Él sale de noche, cuando las superficialidades del día ya no manchan las calles, ni el mal humor transita a su alrededor. Camina con las manos en los bolsillos, mirando hacia abajo, pero mirando hacia delante de vez en cuando…

Él sale con las estrellas, (aunque yo afirmaría que las estrellas salen con él), quizá para mirarlas, quizá para contemplarlas, o tal vez sólo para contarlas y enterarse una vez más que son interminables como sus ojos. No va de prisa porque el tiempo no representa una constante que maneje su vida – que envidia- . Anda con esa sencillez al caminar derrochando calma y pregonando serenidad. Se desliza con pasos suaves, es tan ligero pero fuerte, sus ojos brillan jugueteando con esos pequeños astros, esas lucecitas que se enamoran de él y viceversa…

¿Cómo descubrirlo en todas sus dimensiones? ¿Cómo sentarme a su lado y ayudarlo a contar estrellas? y decirle que yo también las cuento casi siempre, caminando con las manos en los bolsillos, sin mirar a nadie y presumiendo de sus mismas ideas, pero no sabe que lo observo…

Camina sosteniendo un libro, su piel es pálida y luce suave, es la combinación perfecta para escribirle unas líneas más al día observándolo sin ser observada…

Abre el libro ojeándolo como para recordar dónde es que se quedó. Levanta la pierna izquierda apoyando casi el talón sobre su rodilla derecha y se torna inmerso en él, sólo en él -que lástima- porque lo sigo mirando.

He decidido renunciar a sólo contemplarlo en mi mente y a lo lejos. Tengo celos de ellas que cuando las mira brillan más y sonríe. Aunque no se puedan humanizar yo intentaría convertirme en astro para que me encuentre y brillar aún más si tengo su mirada. Pero también decidí terminar estas líneas sin buscarlo…

1 comentario:

César J. dijo...

Cuidado que las estrella son tramposas... a veces uno las cuenta, y en el recuento suele faltar o sobrar una, por no decir más o menos.