lunes, 13 de julio de 2009

LA PEQUEÑA

Si pregunto por ¿qué te fuiste?, vas a herirme o no satisfacer mi pregunta. Si lloro más de lo normal, temo a deshidratarme de dolor y sé que tu dirías “carajo son tonterías, todos vamos a morir”.

Pero todos van allí, así, contagiándome con sus lágrimas, recorriendo tu casa, caminando despacio, brindando por ti. Y no quiero verte, no me acerco, te dejo descansar porque sé que comprendes mi temor por lo desconocido y lo que aun no quiero conocer.

Te dejo descansar tranquilo que prefiero recordarte cuando llegabas a casa a burlarte dulcemente de lo que me ocurría con esa gracia natural…

Lo cierto es que la más pequeña pregunta: “¿Por qué papito, si yo aun tengo nueve años, por qué no esperaste a que tenga 18 para poder defenderme?…”

Su frase amordazó a todos, nos dejó sin respiración y sin respuesta alguna, porque nosotros como adultos tampoco entendíamos por qué te fuiste y con la impotencia incrustada, quedamos en silencio sin explicarle algo a tu pequeña.

Para ellos dos que tampoco entienden, y sin embargo actúan como si todo estuviese claro, tratan de asimilar la prueba más difícil que les tocó vivir. Te extrañan y se quedan con mucho de ti divagando.

Lo cierto es que nadie pueda absolver las dudas que pasan por esa cabecita de tu nena, por más que se intenta, la pequeña sigue pensando e intenta explicarse el por qué la vida le quitó lo más preciado. Lo cierto es que yo también me cuestiono lo mismo.

No hay comentarios: