domingo, 13 de abril de 2008

La llaman Cinthya

Ella, con dos años más de experiencia, puede sobrevivir ante tanta crueldad en su pequeño mundo parametrado. Reniega, llora, grita, corre, se cae, se levanta, llora otra vez… y ríe cuando regresa a casa luego de repetir la secuencia muchas veces durante seis días…

Es otra al cambiar de escenario, aquí no tiene dos años más de experiencia, aquí nacimos juntas. Ríe, sueña, se enamora, respira, opina, se expresa como quiere… y es feliz…

Su rostro no ha cambiado, su sensibilidad ha sido mutilada para ellos, esos que correr, gritan y golpean todos los días. Su sensibilidad es nula ante los ojos de esos que llevan otro tipo de galones que representan superioridad. Porque no puede desistir, ni mostrarse tal y como es. Ella respira hondo y sigue su camino, camino que trazó desde niña, camino que la agobia, que la preocupa, pero sabe que eso venía incluido en su sueño.

Su vida peligra en cualquier lugar, sabe a lo que se expone, y a veces no, ignora enfermedad alguna que pueda complicar su rutina. Ignora que ya una vez, estuvo dependiendo sólo de tubos artificiales que se posaban junto a ella, y que de esa forma le daba un aspecto triste y doloroso a su misma sangre.

Ella enrumba cada domingo hacia su segundo hogar, se marcha con tristeza en el rostro, se va con mirada casi perdida e inconclusa. Sabe que no pisará su verdadera morada durante seis días, sabe también que debe de corregir sus faltas y no cometerlas ante sus incoherentes superiores, porque de lo contrario le darán donde más le duele, donde siente más la herida, y que por más sangre tozuda que tenga, no le servirá de nada. Y así, se muerde los labios y se traga su orgullo, no tiene alternativa allí dentro, no sabe que es opinar y desconoce la libertad.

Su caminar ha sido preparado, está rígida todo el tiempo, alerta a cada momento, habla distinto, las groserías han llegado a sus labios de tanto mordérselos, es más brusca ahora, no se si juega o golpea en realidad.

Con sólo dos años de experiencia, ella busca protegerme como cuan patria está destinada a esos cuidados, está en constante vigilia, pero yo diría que me vigila, y no duerme hasta escucharme decir: “estoy bien, no te preocupes manita”.

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