martes, 26 de abril de 2011

WACHUMA

Sí, el olor a marihuana nos sedujo. Era nuestra tercera noche en Cusco, solos, libres y llenos de ese abril que no es ecuánime.

Caminábamos una noche por el barrio de San Blas. Una gran luna iluminaba esas estrechas calles de piedras, frías y hermosas por donde casi no transitan autos. Fuimos felices. El frío y la ligera llovizna que nos acariciaban de rato en rato, fueron la mejor compañía para esas caminatas nocturnas.

De pronto, una suave melodía reggae poseyó nuestros oídos intempestivamente. La música provenía de un cuarto oscuro de esa callejuela por donde andábamos. Un cuarto lleno de humo se veía pese a la oscuridad. El olor, se sentía a media cuadra. En tanto, seguridad prendía inciensos para encubrir la fragancia a hierba.

‘Wachuma’ es el nombre de ese acogedor local que no es grande ni pequeño, pero preciso para unas cuantas mesitas de madera con velas gastadas que iluminan poco, pero lo necesario para no ver todo lo que hay alrededor y sólo los ojos de quien está a tu lado, que es más que suficiente.

Su ligera embriaguez y la mía se unieron, para después, ser una sola idea con actitud desenfrenada. Era una mezcla de culturas: allí bailaban argentinos, alemanes y rusos. Tomaban ‘cuzqueñas’ húngaros, hindúes, chilenos y se drogaba el mundo entero cantando. Eran felices.

El presentador - cantante, es un cajamarquino que vive en la Ciudadela Inca. Canta en inglés aunque más domine el quechua y su castellano es graciosísimo. “Beban, fumen, tengan sexo y sean felices”, nos aconsejó antes de presentarnos su repertorio.

Bailamos esa noche/madrugada, lejos de todo y de todos. Sólo existíamos él y yo en esa oscuridad a luz de las pequeñas velas ya derretidas casi a totalidad. Era otro mundo: su paz, mis defectos, sus manías, mis caprichos, su amor, mis caricias, sus besos… estaban recordándonos que lo nuestro es real.

Cuando salimos de ese lugar, nos tomamos de la mano bajo la luna que aún nos esperaba allá afuera. Fuimos de regreso por esos caminitos empedrados que nos gustan tanto. Luego, me abrazó, me miró y me besó miles de veces. Más que borrachos, estuvimos ebrios de esa aventura. Y con el corazón acelerado nos fuimos a dormir.

1 comentario:

Dario Urrutia Martinez dijo...

Jaja de toda mi ciudad, el wachuma tenía q inspirarte jaja buena!!