sábado, 10 de mayo de 2008

NOCHE

Salgo de noche, camino sin rumbo y miro al cielo. Sólo ahí logro encontrarme, sólo ahí puedo despejarme, sólo así puedo suplicarle a la lluvia a que me toque una vez más.

El cielo está negro, y no es luto el que viste, la noche se ve triste, mis ojos captan lo que transmiten, la lluvia me acompaña, y es perfecto el panorama…

Salgo de noche porque disfruto de la sombra gigante que oculta mis penas, camino bajo la lluvia porque puede lavar mi rostro de tantas lágrimas caídas.
Ese es mi paisaje exacto, al que puedo mirar y no observar, al que puedo conversarle con plena libertad, al que no me cansaría de mirarlo, hasta verlo desaparecer…
Porque está perfectamente creado, está hecha para mí, porque fue pensado y diseñado a dar confiabilidad y discreción en esa etapa oscura de los días…

Es dulce su contagiante melancolía, es tierna su tenebrosa oscuridad, y es el paisaje preciso que añoro en mis días de verano con sabor a soledad.

Me libero del mal carácter que me acoge cada tarde de soleada, huyo de mi capricho, libero mi seudo poeta que llevo dentro, y todo se lo debo a ella, a esa noche que es mi cómplice perfecta de cada día inquietante, porque si ella no existiera, ya no viviría para contar que la noche es mi complemento eterno.

Sigo caminando y no me canso de su excitante compañía, camino bajo su ausencia de color, pintando de pasos enigmáticos que van acorde de sus segundos. Me lleno de frío interno y mi piel luce indescriptible.

Voy paso tras paso, voy con las manos en los bolsillos, sigo con la mirada sobre la nada, como perdida, sigo fiel a ella, ella que luce tan clara y casi perfecta. Me marcho con ella, a esperar su retorno de doce horas, me marcho con ella y no me despego más, se va, porque sabe que debo descansar, se va, y la dejo ir, porque sé que regresará.
Sigo caminado entonces, despidiéndome a cada paso que doy, a cada pisada que marco con desgano.

Ese es, mi paisaje favorito, eterno para mi, efímero para otros, esa es la noche, bendita noche que conspira enigmáticamente, bendita noche que camina con el, como yo lo hago con ella.

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